La actual crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus nos habrá privado de las celebraciones de Semana Santa en la calle, y de otras muchas cosas más, pero con lo que no ha podido es con la típica torta de pascua -o de Semana Santa- que cada año por estas fechas se elabora y degusta en Cartaya. Eso sí, en unas circunstancias bien distintas a las habituales.
Y es que su elaboración en grupo por parte de vecinos o familias enteras, ha sido este año imposible, aunque si la han elaborado algunos panaderos del municipio, que las han puesto a disposición de sus clientes en sus establecimientos.
Es el caso de la Panadería Rodríguez Sobrado, situada en la céntrica calle Alcalde Guillermo Pérez Pastor, donde la elaboración de la torta de pascua es toda una tradición desde hace ya décadas.
A pesar de ello su propietario, Luis Rodríguez Sobrado, ha afirmado que este año se han vendido «algunas menos» ya que a su juicio «se ha notado que no han venido a por ellas la gente de fuera que habitualmente visita Cartaya por Semana Santa».
Y es que según subraya este panadero cartayero, la torta de pascua, de procedencia inmemorial y cuya receta se ha ido transmitiendo a lo largo de los siglos de forma oral y de padres a hijos, «es una auténtica ‘delicatesen’ de la repostería onubense ligada a la Semana Santa».
Como otros muchos dulces típicos que se elaboran por estas fechas en la provincia de Huelva como los hornazos o las cocas, la torta de pascua cartayera ha sabido preservar, pese al paso de los años, una inquebrantable receta que hacen de ella una joya culinaria única cuyo sabor, aroma, y hasta incluso textura, hablan por sí solos. Pese a ello la receta es a priori muy sencilla y se vale fundamentalmente los productos que los cartayeros tradicionalmente han cultivado en sus fértiles tierras como limones o aceite, pero sobre todo almendras y cidra. Después cada familia le da su particular toque.
La torta de pascua se elabora extendiendo inicialmente en una bandeja masa del pan con aceite y un poquito de azúcar, sobre lo que se añade un chorro de aceite, ralladura de limón, canela molida, y otra pizca de azúcar. A continuación se recubre todo con una capa de dulce de cidra cocida y elaborada artesanalmente, para finalmente añadir a lo anterior almendra molida y la conocida cobertura de ‘clarificado’: una mezcla de huevo batido con aceite y otro poquito de azúcar. La cocción en el horno dura aproximadamente una hora, a una temperatura media de 180 grados centígrados.
Esta sabrosa tradición se viene elaborando tradicionalmente por parte de los vecinos a título particular, que se reúnen por familias enteras los días previos a la Semana Santa para proceder a lo que es ya casi como un rito: elaborar la cidra, hacer la masa, pelar y moler las almendras, rallar el limón, preparar el clarificado y, finalmente, acudir a los hornos de las panaderías a cocer las tortas.
Una forma de elaboración que, habitualmente, se acompaña para aquellos que no pueden o no quieren hacerlas, con su preparación por parte de determinados panaderos de la localidad, como es el caso de Luis Rodríguez Sobrado y su familia. Una forma, esta segunda, que este año es prácticamente la única para degustar tan exquisito manjar debido al coronavirus.