Maestra estudia el lenguaje propio de Isla Cristina vinculado al mundo de la mar

Aurora Gema Lozano centra su tesis doctoral en el patrimonio pesquero, incluidas expresiones, frases, giros, refranes o dichos propios de la localidad costera onubense, relacionados directamente con la marinería

«Arburito muerto a la canasta» para expresar acciones que se realizan de forma inmediata; «Estar hecho un vapor» en aplicación a una persona que tiene mucha energía física o «ser un marrajo» para aquellas otras de mal carácter o agresivas; «mucha vela pa poco barco» para expresar una descompensación; o «tener más pintura que un barco portugués» empleada como exageración para referirse a mujeres con exceso de maquillaje. Son solo algunas de las 60 expresiones de origen marinero aplicadas a la vida en tierra que hasta el momento ha recopilado en Isla Cristina la maestra local Aurora Gema Lozano, una iniciativa que lleva a cabo en el marco de su tesis doctoral, centrada en el estudio del patrimonio pesquero, material e inmaterial, de dicha localidad costera.

Un trabajo que Aurora Gema Lozano, de familia estrechamente vinculada a la mar y que también preside la asociación de estudios históricos El Laúd, dio a conocer recientemente en el marco del ciclo Martes Culturales de Isla Cristina, donde ofreció una ponencia titulada ‘Las expresiones lingüísticas propias del sector pesquero extendidas al lenguaje coloquial’.

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Buena parte del material recopilado para su trabajo es herencia de su padre, a lo que ella va sumando un extenso abanico de expresiones, frases y palabras que los isleños usan cotidianamente en su lenguaje, y que según ella «a pesar de que son usadas a diario, muchos isleños desconocemos que provienen de la jerga marinera».

En declaraciones a HuelvaCosta.com Aurora Gema Lozano ha indicado que el léxico marítimo es «rico, amplio, remoto y dinámico», conteniendo «todos los sustantivos que designan elementos náuticos y todos los verbos que expresan acciones de la vida a bordo», a lo que añade que «resulta evidente que existen dos realidades con sus dos lógicas diferentes: la de mar y la de tierra, con sus formas comunicativas propias», dándose la circunstancia de que en los espacios ribereños, como Isla Cristina, «conviven los dos lenguajes ya que las personas de mar no pueden disociar un código del otro según se encuentren a bordo o en tierra».

Esto conlleva, por extensión, que el resto de la población, incluidas las personas no vinculadas directamente a la mar, también utilice los dos códigos, explica la maestra isleña.

Su trabajo no se centra en el vocabulario o palabras marineras, que a su juicio son «patrimonio universal» de todos los marinos, sino en «recopilar y estudiar las muchísimas expresiones empleadas habitualmente por los pescadores y por la población isleña en general, las cuales basadas en la mar se aplican a otros contextos».

Aurora Gema Lozano ha dividido estas expresiones típicamente isleñas en cinco grupos, según sean refranes -con y sin rima-; dichos y frases hechas basadas en metáforas; expresiones basadas en analogías; frases hechas basadas en juegos de palabras; y expresiones hechas basadas en comparaciones hiperbólicas. 

En el primer grupo encontramos ejemplos tan curiosos como «si no en esta barqueta, en la que fleta» para expresar que si algo no se ha logrado en la primera ocasión, se conseguirá en la siguiente».

En cuanto a dichos y frases hechas basados en metáforas, la recopilación de Lozano recoge, entre otras muchas, «todavía no se han lavao las canastas» para referirse a algo que aún no ha concluido; «cazón por lo que raspa» para referirse peyorativamente a personas que pueden ser reconocidas por un defecto; o «sólo me queda gasoil pa una navegación» para hablar del tiempo de vida que una persona cree que le queda.

En el tercer grupo, el de las analogías, se trata de expresiones fundamentadas en paralelismos entre la vida marítima y la terrestre, a la que se aplican conceptos extrapolados, y entre ellas destacan «de chicote a chicote» o «de calón a calón», la primera en referencia a los dos extremos de un cabo y la segunda a los de un arte de cerco,  para expresar la totalidad de algo; o «cerrarse en banda», que en realidad es la acción de girar todo el timón hacia una banda para hacer girar el barco 360 grados, y que en tierra se aplica a alguien a quien es imposible hacer cambiar de opinión. 

En el siguiente grupo, el de los juegos de palabras, que se basa principalmente en los dobles sentidos del léxico, hallamos expresiones como «No porque hay olaje», que hace referencia al fuerte oleaje que impide que los barcos salgan a la mar, pero que en tierra se emplea como ironía ante una situación en la que alguien no quiere realizar una acción obligatoria; o «¿y ahora qué hacemos?, ¿a vela o a remo?», que en realidad hace referencia a los dos sistemas de propulsión de un barco pequeño, pero que en tierra se aplica como metáfora a una situación complicada en la que no se sabe qué hacer, o ante una duda en la que hay que decidir entre varias opciones. 

Por último, en el grupo de las comparaciones hiperbólicas, basadas en exageraciones en una relación de parecido entre dos conceptos, destacan frases hechas como «estar más liao que un palangre», que basada en los enredos propios de este aparejo, se emplea en situaciones de estrés o de complejidad de tareas; o «no entrar ni con marea de aguaje», que en términos marineros se refiere a las mareas de coeficiente alto, llamadas en Isla Cristina ‘mareas de aguaje’ -apropiadas para que los barcos de gran calado entren por la barra-, y que se emplea en tono irónico para expresar que alguien no tiene intención de entrar en determinado lugar: «ese restaurante es muy caro y no entro ni con marea de aguaje».

Estos aspectos lingüísticos, llevan a Lozano a concluir «la singularidad de nuestra cultura frente a otras», que Isla Cristina es «ejemplo de ingenio, riqueza y simpatía, siempre en consonancia con su realidad marítima», o que el lenguaje marinero «es una lengua materna imposible de olvidar una vez aprendida», que incluso «da la posibilidad a los marinos de hablar en clave entre ellos, de manera que alguien ajeno a la mar no los entienda»: un turista preguntó a un isleño por el camino hacia la playa: pon rumbo al sur, cuando llegue al final le das a estribor y navegas pa poniente. Evidentemente el veraneante no se enteró de nada», concluye la autora.