Son más de 200 las familias que en la provincia de Huelva viven directamente de las atracciones de feria. Feriantes, como a ellos les gusta autodenominarse. Pero como consecuencia de la actual pandemia de coronavirus llevan ya casi un año y medio sin ningún tipo de actividad. Su última feria fue la de Niebla, en octubre de 2019. Desde entonces han estado en el dique seco y, lo que es peor, sin recibir apenas ayudas y con la incertidumbre de no saber cuándo van a poder reanudar sus nómadas vidas.
Sergio Manzano Domínguez es feriante, además de portavoz de la plataforma en torno a la que se han aglutinado los aproximadamente 80 autónomos que viven directamente de esta actividad en la provincia, y afirma que la mayoría están ya «desesperados», además de sentirse «totalmente desamparados» por parte de todas las administraciones tras haberse quedado «en la cuneta».
Asegura en este sentido que muchos están recurriendo a Cáritas, Cruz Roja o los comedores sociales para poder alimentar a sus familias. Otros muchos, los que han tenido algo más de suerte, se han visto obligados a cambiar temporalmente de trabajo y son ahora camioneros o temporeros en la recolección de cítricos o frutos rojos en el campo, a pesar de que «somos feriantes, hemos nacido feriantes y nuestra vocación es seguir siendo feriantes».
Y los hay que están «en las últimas». Algunos, añade Sergio, incluso «han tenido que alquilar sus casas para poder dar de comer a los suyos y para pagar las hipotecas, y se han trasladado a vivir a las caravanas en las que residen durante la temporada de ferias, las cuales se encuentran habitualmente guardadas en el interior de naves o en solares a las afueras de los municipios y en zonas industriales».
Pero lo peor, añade, es que para reanudar la actividad no solo les basta con desempolvar sus vehículos y atracciones de feria, sino que están obligados a realizar un desembolso económico que, en las lamentables condiciones en que se encuentran, les resulta en estos momentos «totalmente inasumible» sin recibir las ayudas directas que llevan ya meses reclamando a las administraciones.
En el caso de Sergio, por ejemplo, teniendo en cuenta que es propietario de dos atracciones de feria, el desembolso solo para poder retomar la actividad sería, como mínimo, de más de 2.000 euros. Una suma en la que se incluyen, entre otras cosas, la reactivación de los seguros tanto de las dos atracciones como de los dos camiones que las transportan, la renovación de las cuatro ITV, los boletines de enganche al suministro eléctrico, y los gastos que conlleva la caravana en la que duermen durante las ferias. «Y si ya prácticamente no tenemos ni para comer, ¿de dónde vamos a sacar ese dinero», se pregunta.
Por todo ello, prosigue, nuestras tres principales reivindicaciones en estos momentos como uno de los sectores más afectados «y olvidados» por la crisis sanitaria son, en primer lugar, que se les exonere del pago del sello de los vehículos de feria, los cuales llevan ya 18 meses parados; en segundo lugar que se les concedan ayudas directas tanto para alimentar a sus familias como para sufragar los anteriores gastos que supondrá el reinicio de la actividad; y por último que los Ayuntamientos habiliten espacios donde poder instalar sus atracciones, como según asegura se está haciendo en otras provincias, los cuales «serían como parques de atracciones, vallados y cerrados para poder controlar el aforo, y siguiendo un protocolo de normas de seguridad frente al covid».
En este sentido el representante de los feriantes onubenses reitera su petición «desesperada» de apoyo y ayudas «a todas las administraciones y partidos políticos», ya que según sus datos son más de 30.000 las familias que en toda España se dedican a esta actividad, las cuales «ya no pueden más y están en la ruina más absoluta».