Alosno ha vivido este fin de semana su segundo fin de semana de Cruces de Mayo. Como es habitual, dicha festividad se ha celebrado los dos primeros fines de semana de mayo, en los que miles de personas, entre vecinos y visitante, han vivido con intensidad una fiesta que en esta ocasión, por la incertidumbre previa de la pandemia, ha visto reducido el número de cruces a ocho, frente a las doce que normalmente se instalan en el municipio.
Se trata de una de las celebraciones mejor conservadas de la provincia onubense, de ahí su inclusión en el Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía, su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz por su valor patrimonial y cultural, y su condición de ser una de las Siete Maravillas de la Provincia de Huelva.
La fiesta se inicia con la apertura, pasada la media noche de los dos primeros sábados de mayo, de las colás o espacios donde se instalan las cruces.
En ellas se canta, se baila, y se respetan algunas de las tradiciones más curiosas de la fiesta. Y es que en cada colá, profusamente ornamentada, la cruz preside un espacio en el que la mujer alosnera es la protagonista. Es la que espera sentada la llegada de las reuniones de hombres, que las invitan a bailar la seguidilla alosnera -una variación de la sevillana pero de sólo tres secuencias-, tras lo cual él dará a ella una ‘limosna’, la conocida como ‘perrilla pa la luz’, que ésta posteriormente entrega a la mujer de más edad y que antiguamente servía para pagar el combustible para iluminar la ‘colá’. La mujer se sienta de nuevo en espera de que otro hombre la saque a bailar.
Paralelamente, en la calle, los hombres se desplazan de colá en colá, cantando en muchos casos el conocido fandango alosnero.

