Una vecina de Villablanca lleva 6 años esperando sentencia por una violación en un hospital de París

Una joven onubese y actualmente vecina de Villablanca, Marta Leandro Rico (35 años), ha denunciado públicamente que lleva seis años esperando que se dicte sentencia definitiva en París, donde fue víctima de una violación en un hospital de la capital francesa por parte de un celador que ya fue condenado en primera instancia por los hechos.

En una entrevista concedida a HuelvaCosta.com, Marta ha afirmado que este lunes, 22 de enero, debería haberse celebrado una vista en París para resolver definitivamente el recurso presentado por la defensa del acusado, pero que “se suspendió a última hora”, posponiéndose la misma para el próximo mes de septiembre, y por tanto “alargando esta ya de por sí dilatada agonía que estoy padeciendo”. Un hecho que ha supuesto el detonante definitivo que la ha llevado a contar su historia, con el objeto de que “se haga justicia, ya que el violador aunque condenado en primera instancia por la violación que ella denunció, sigue ejerciendo, aunque ya no en el hospital público donde sucedieron los hechos, y si de forma privada ya que ña inhabilitación que recoge la sentencia “aún no es firme”.

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Según ha relatado, hace seis años y mientras era estudiante de Psicología en la Universidad de Huelva, se encontraba en París gracias a una beca Erasmus cuando la noche del 21 de enero de 2012 sufrió una crisis de epilepsia idiopática que le provocó una crisis de ausencia o “catatonia” en la que “recibes impulsos y eres consciente de lo que pasa alrededor, pero no te puedes comunicar con nadie en ese momento”.

Marta fue trasladada a un hospital público parisino del distrito de Clichy  “con una consciencia, según los médicos, de 8 sobre 10, incluso notando cómo me hacían un masaje cardiaco”. Cuando ya estaba en el hospital “noté que me penetraban con un dedo o algo similar, por lo que noté claramente que alguien me mete un dedo en la cavidad vaginal” y que “me tocaba mis partes íntimas”. Al principio pensó “que me estaban limpiado o poniéndome una sonda, por lo que “me quedé dormida”. Al despertar a las dos horas más o menos, en una pequeña habitación con la puerta abierta, pudo ver al trasluz a un hombre que luego se dio cuenta que era el mismo de antes de dormirse, el cual “no sabía que estaba consciente” por lo que “me mete la mano entera en la vagina, y me toca el pecho” a partir de lo cual “pensé que pasaba algo, le agarré el brazo, comencé e gritar y vinieron varios enfermeros”.

A partir de ahí se abrió un largo proceso policial, inicialmente; y después procesal, que la han llevado hasta el día de hoy.

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