Los resultados del estudio hecho público la pasada semana por el Instituto Geológico y Minero de España (IGNE) sobre el hallazgo en Mina de Herrerías (Puebla de Guzmán) del único ‘Lago asesino’ detectado por el momento en Europa, provocó durante las primeras horas cierto temor entre los vecinos de dicha pedanía de origen minero en la que viven unos 350 vecinos perteneciente al municipio andevaleño de puebla de Guzmán, a escasos 40 kilómetros del litoral occidental onubense.
Y es que según el IGNE, la que todos en la zona conocen desde hace décadas como Corta Guadiana, situada a escasos 150 metros de las viviendas de Mina de Herrerías, oculta bajo sus aguas una bolsa de unos 80.000 metros cúbicos de gas, concretamente dióxido de carbono (CO2), formado por las aguas ácidas producidas por la antigua actividad minera en contacto con carbonatos de los suelos.
Un hecho que los investigadores lo convierten en un ‘Lago asesino, ya que en caso de que se dieran unas condiciones determinadas, y ese gas saliera de repente y súbitamente a la superficie, podría convertirse en una nube letal, como ya ocurrió en Camerún, en los lagos Monoum y Nyos, en 1984 y 1986, respectivamente, lo que costó la vida a miles de personas.
Corta Guadiana pertenece a un yacimiento minero cuya historia se remonta a 1893, cuando la compañía inglesa The Bedel Metal & Chemical perforó el subsuelo de la zona, conocida como Las Herrerías, en busca de sulfuro de hierro. A partir de 1912 la mina fue explotada por la francesa Saint Gobain y en 1951 cayó en manos de Minas de Herrerías Sociedad Anónima, una empresa fundada por el Banco Urquijo (hoy Banco Sabadell), el Banco de Vizcaya (hoy BBVA) y la familia Sundheim, millonarios afincados en Huelva. A finales de la década de 1980, y en plena crisis minera, el yacimiento fue abandonado.
No obstante en Puebla de Guzmán, incluidos los vecinos de Mina Las Herrerías, prácticamente todos conocían la existencia de dicha bolsa de gas desde hace un par de años, por lo que el «mal denominado ‘Lago asesino’ no ha perturbado finalmente, ni perturbará» la tranquilidad de dicho lugar. Así lo aseguró a huelvacosta.com José Suárez, nacido a escasos cien metros de la corta, ingeniero de Minas de profesión (ya jubilado) y actualmente presidente de la Asociación Herrerías, dedicada al fomento, recuperación, conservación y difusión del patrimonio histórico minero de dicho antiguo yacimiento minero.
Y es que si alguien conoce bien la evolución del estudio que ha determinado esta situación es él, que desde que se iniciaron los trabajos de investigación en 2014 ha venido colaborando con el IGME realizando un seguimiento del sistema instalado por dicho instituto con el objeto de liberar poco a poco la presión que ejerce sobre la lámina de agua de la corta la bolsa de gas almacenada en profundidad. Dicho sistema consta de dos tubos de pequeño diámetro conectados directamente con el fondo del lago, por los que poco a poco se va liberando el gas (dióxido de carbono), que es expulsado a la atmósfera sin que suponga ningún peligro. Con este mecanismo, prosigue Suárez, estaba previsto que la bolsa de gas fuese bombeada a la atmósfera en un plazo de entre siete y diez años.
No obstante, según Suárez, en septiembre de 2015 concluyó el proyecto del IGME, que dio traslado de sus conclusiones y de las medidas adoptadas a la Dirección General de Industria Energía y Minas de la Junta de Andalucía, tras lo que ambas administraciones decidieron retomarlo bajo financiación del Gobierno andaluz y con el apoyo técnico de los científicos del propio IGME. Este hecho «va a permitir que en poco más de un mes se instale un tubo de mayor diámetro que los dos instalados actualmente (unos 10 centímetros), que propulsará hacia el exterior una mayor cantidad de CO2 y que se calcula liberará la bolsa de gas en su totalidad en solo unos cuatro meses».
«Todo esto se ha ido publicando en los últimos años –añade Suárez- en prestigiosas revistas científicas, y hasta incluso en la página web de nuestra asociación», por lo que para este veterano ingeniero de Minas y experto conocedor de Las Herrerías, la «confusión» de estos días ha venido determinada por el hecho de considerar de forma «muy tremendista» la Corta Guadiana como ‘Lago asesino’, y por equipararla con dos casos en Camerún, donde hubo miles de víctimas al producirse una erupción límnica que liberó repentinamente el gas acumulado en el fondo de sendos lagos.
Un hecho que «es prácticamente imposible» que se produzca en Corta Guadiana por la «escasa magnitud» de la bolsa de gas acumulada en su fondo en relación con los lagos camerunenses. Además, prosigue, «en el improbable caso de que se produjese aquí dicha erupción límnica, la nube de gas se quedaría estrictamente en el área que ocupa la corta por pesar más el CO2 que el oxígeno, ocupando la nube tóxica solo unos cinco metros de altura a partir de la lámina de agua y diluyéndose posteriormente poco a poco en la atmósfera».
Es por ello por lo que Suárez ha transmitido un mensaje de «absoluta tranquilidad» a los vecinos. Mensaje al que también se ha sumado el alcalde de Puebla de Guzmán, Antonio Beltrán (PSOE), quien en declaraciones a huelvacosta.com coincidió en recalcar la «escasa probabilidad de que en Corta Guadiana se produzca una erupción límnica».
Por su parte la Junta de Andalucía ha confirmado estar ultimando los detalles para las actuaciones encaminadas a eliminar la bolsa de gas de Corta Guadiana. En este sentido el consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, indicó que, a pesar de que es un asunto que no compete a su Consejería, sino a la de Empleo, Empresa y Comercio, a través de la Secretaría General de Industria, Energía y Minas, le «consta» que se está trabajando en el asunto.
Por ello también quiso trasladar a la población un mensaje de tranquilidad: «hablamos de CO2, una sustancia que si bien es cierto hay que tenerla en cuenta, no es altamente contaminante» dijo, a lo que añadió que «es muy improbable que saliera de golpe del sitio en el que está confinado de manera natural, tanto por las paredes, como por el propio terreno o por el agua que lo cubre, que es una laguna artificial».
En caso de que ocurriera, aseveró, «el gas se quedaría dentro de la cavidad de la corta y apenas se afectarían unos cuantos metros», por lo que incidió en que «la población puede estar tranquila».
Pese a ello destacó que la Secretaría General de Industria, Energía y Minas «está ultimando la manera de, poco a poco, ir sacando el gas de la zona para que ni siquiera esa ínfima posibilidad de que se liberare pueda darse».
Según el geoquímico Javier Sánchez España, uno de los autores del estudio del IGME sobre Corta Guadiana, en las profundidades de la misma se esconden 80.000 metros cúbicos de dióxido de carbono (CO2), «un serio peligro para el público». No obstante «en principio no hay riesgo para el pueblo, aunque sí para las personas que estuvieran en las inmediaciones de una hipotética erupción».
Según señala el estudio, Corta Guadiana es un lago artificial de 17.500 metros cuadrados y una profundidad máxima de 68 metros, con altas concentraciones de metales pesados. En su fondo, hay 2,5 litros de CO2 disueltos en cada litro de agua y estabilizados gracias a la presión del agua, pero la situación podría cambiar por un deslizamiento de tierra, como ocurrió en los llamados ‘Lagos asesinos’ de Camerún, desencadenando una erupción. «Las empinadas paredes de la mina no parecen muy dignas de confianza en cuanto a su estabilidad», afirma el estudio de los investigadores, que temen un colapso.
Los científicos descendieron al principio de su estudio a Corta Guadiana con equipos de respiración autónoma «para evitar problemas». «Íbamos con bastante miedo, la verdad, porque no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, ni el riesgo que había de inducir una erupción límnica nosotros mismos con nuestras pruebas», ha reconocido Sánchez España.
No obstante también admite que aquí «no va a ocurrir lo mismo que en Camerún, no hay que alarmarse. La nube se quedaría confinada en la corta, pero hay gente que pasea por la zona», advierte. El estudio calcula que una liberación repentina del gas disuelto en el fondo del lago formaría una nube irrespirable de CO2 puro de cinco metros de altura, «una cantidad insuficiente para saltar las paredes del pozo, pero letal para los paseantes que estuvieran en el interior de la corta».