Y es que esta “onubense de pro”, como a ella misma le gusta definirse, ha elaborado en los cuatro años que lleva ya por afición diseñando vestidos para la famosa muñeca Nancy, más de 3.000 modelos distintos y exclusivos, e innumerables complementos. Todo es confeccionado por ella misma, con el objeto de vestir y “poner guapas” a sus Nancy.
La propia Ramírez ha subrayado que a sus 71 años “lo más importante no son los vestidos en sí, sino tener la gran fortuna de poder hacerlos sin parar ni uno solo de los 365 días del año, disfrutando con el diseño y la elaboración de estas prendas y complementos exclusivos”, y sobre todo “saber que he podido seguir haciéndolas con mis propias manos y mi imaginación”.
Solo hay que ver el mimo con el que trata a sus muñecas, y escuchar como habla de ellas y de las prendas que elabora, para percatarse de la verdadera pasión que Marisa Ramírez siente por esta labor, que ella misma se he encargado de elevar prácticamente a la categoría de arte, o al menos artesanía, haciendo uso de su innato talento y de sus dotes para la ‘alta costura’. No en vano, sus creaciones, como ella misma destaca, “están todas elaboradas con la mejor materia prima y con los tejidos más nobles”.
Además, reconoce que realiza un trabajo “tremendamente fructífero y reconfortante”, en el que puede llegar a vestir a una media de 300 muñecas Nancys al año, a las que además de prenda, añade bolsos, zapatos, bisutería y todo tipo de abalorios y otros complementos, todo hecho igualmente por ella misma.
Un elemento que destaca en todas sus creaciones son los motivos florales. A ninguno de sus modelos les falta, al menos, una flor, apunta Ramírez, que tiene colecciones de trajes de boda, de princesas románticas, y vestidos “menos vistos” y “más atrevidos”, como es el caso de varios trajes típicos mexicanos o modelos de famosas como Jennifer López. Asimismo también se ha adentrado en la moda hippy de los años 60, en el mundo de las ‘góticas’ o en la moda ibicenca.
Marisa Ramírez afirma haberse embarcado en esta aventura creadora hace ya varios años gracias a su nieta, que viendo los vestidos que tenían las Nancys de su madre quería tenerlos iguales para sus muñecas. “Mi nieta me pidió que cosiera para sus muñecas los mismo trajes que hacía para las de su madre”, ha reconocido. Una tierna historia que implica a varias generaciones.
La protagonista de esta singular exposición maneja el hilo y la aguja con un ritmo que demuestra su dedicación a la labor de la costura desde que tiene uso de razón.
Marisa Ramírez es por otra parte una mujer polifacética y tremendamente emprendedora y vitalista que llegó a Huelva y lo primero que hizo fue sacarse el graduado de Bachillerato en un centro de enseñanza nocturno, además del COU. Y todo, asegura orgullosa, mientras criaba a sus cuatro hijos. A partir de ahí, debido a su enorme inquietud, le dio por hacer muchas cosas, entre ellas punto de cruz, costura, pintar y hasta jugar al ajedrez, siendo pionera de la categoría de veteranas en la provincia. Lo de las muñecas Nancy, apunta, “empezó hace sólo cuatro años”.
Pero sin duda, asegura, lo que más le gusta de esta actividad es “hacer soñar a las niñas que a su vez sueñan con sus Nancy, al tiempo que a sus madres, que las recuerdan con nostalgia y las retrotrae a su niñez”.