Un equipo integrado por más de 30 voluntarios y voluntarias de Cruz Roja Huelva ha vuelto de nuevo a la playa para mejorar la vida de personas con dificultades. Ya está en marcha el programa ‘Un baño sin barreras’, que cumple 21 años haciendo posible que más de un centenar de personas con discapacidad puedan disfrutar del mar, algo que tendrían muy difícil sin la alianza de Cruz Roja, los Ayuntamientos de Huelva y Cartaya y la Obra Social la Caixa.
Algo tan sencillo como pasear por la arena o darse un baño en el mar es muy complicado, incluso imposible, para muchas personas, por eso nació hace 21 años el programa ‘Un baño sin barreras’, que este año ha regresado y se ha adaptado a las exigencias de seguridad y protección provocadas por la crisis sanitaria de la COVID19.
Así, el dispositivo de voluntariado procede de distintas áreas asistenciales de Cruz Roja Huelva: desde técnicos sanitarios a socorristas acuáticos, pasando por educadores sociales, hasta conductores de vehículos adaptados, de vehículos de apoyo y voluntariado de acompañamiento.
La solidaridad, el compromiso y la implicación de este equipo tiene aún más valor este año debido a la pandemia,que ha obligado a reforzar la cualificación del dispositivo con formación específica para mantener todas las medidas higiénicas y de seguridad necesaria a fin de garantizar la máxima seguridad de todas las personas participantes.
Partiendo de la base indispensable del voluntariado, el patrocinio de la Obra Social la Caixa permite que el programa cuente con varios vehículos adaptados, entre ellos cinco anfi-buggy o carritos anfibio, indispensables para que las personas con problemas de movilidad puedan bañarse en la playa del Caño de la Culata –Nuevo Portil-, donde Cruz Roja instala además dos carpas junto al Puesto de Socorro.
Ya en lo que va en el mes de julio y durante todo el mes de agosto, cuatro días a la semana –de martes a viernes entre las 10:00 y las 14:00–, se ofrece este programa, que además incluye animación con paseos por la orilla del mar, charlas, talleres, juegos y otras actividades lúdicas que ayudan a normalizar la vida de las personas con discapacidad . Para hacerlo posible, los voluntarios prestan un servicio integral, que incluye la recogida en su domicilio o en la sede de las asociaciones adscritas, tanto a los usuarios como a sus acompañantes, y el transporte hasta la playa, donde les ayudan a bañarse, al tiempo que hacen posible que pasen una jornada de convivencia y diversión.