Hay artistas, y hasta genios, cuyo trabajo no se reconoce hasta después de su muerte. Y hay otros a los que no se les llega nunca a reconocer. Esperemos que ninguno de estos dos casos suceda con el gran guitarrista José Pérez Ramblado, el Patrón de Cartaya, quien llegó a tocar en los años 60 y 70 del siglo pasado para y con los mejores, incluido el gran Paco de Lucía, y que a sus 87 años, vive humilde y plácidamente en el pueblo que lo vio nacer: Cartaya.
El mundo del flamenco sí reconoció en su día, y sigue reconociendo, la labor de este cartayero que, siendo patrón de pesca, aprendió de forma totalmente autodidacta, y de oídas, a tocar la guitarra siendo solo un chaval, y que por los avatares de la vida dejó los escenarios y los estudios de grabación justo en el momento en el que probablemente hubiese saltado a la fama junto con los Hermanos Toronjo, Manolo Pareja Obregón, los Hermanos Reyes o el mismísimo Paco de Lucía, que incluso le rogó que no lo dejara porque tocaba como los ángeles a pesar de sus “dedos porrúos” y que se quedara con él en Madrid cuando decidió hacerse de nuevo a la mar. Manolo Pareja (muy vinculado al Rompido), que fue quien lo introdujo en el mundo del espectáculo y con quien le unió una fuerte amistad, decía que Pérez Ramblado tenía el “mejor pulgar” que nunca había escuchado tocar una guitarra.
Ignacio Palacios Esteban le dedicó un capítulo entero en su libro ‘Reflexiones y rutas pesqueras’ publicado en el año 2010 por la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía.
El autor de dicha publicación resumió de esta forma la vida de José Pérez Ramblado:
Fue aguerrido hombre de mar y famoso guitarrista. Esta doble condición, o si se quiere, estas dispares vocaciones son las que hacen de su vida una historia subyugante.
Y es que José forma parte de la tradición marinera de Cartaya. Su familia y la de su mujer son de la mar. Su padre, José Pérez Franco y su hermano Juan, fueron reconocidos patrones de pesca. Con su hermano compartió el puente de mando de muchos pesqueros. Su mujer está emparentada con la familia Landero cuyo padre, Juan, fue un famoso patrón de pesca de los años cincuenta. Embarcó con su padre de aprendiz, a la temprana edad de 13 años, y cuando ya poseía experiencia suficiente, tras cumplir el servicio militar en la Marina, estudió en la Escuela Media de Pesca de Cádiz donde obtuvo el título de Patrón de Pesca de Altura.
Trabajó como patrón de costa en aguas de ‘Tapfanet’ (Marruecos) y en las embarcaciones de la merluza negra de ‘Cabo Blanco’. A finales de los setenta embarcó en los buques congeladores del marisco realizando campañas de hasta seis meses en los mares de Senegal y Angola. En ese tiempo, con su hermano, adquiere un barco y tiene una no muy larga experiencia de armador y patrón de pesca. En el año 1982 se jubila, y actualmente vive retirado en Cartaya.
Junto con el sextante, embarca su guitarra. El sextante le ayudaba a encontrar el caladero, la guitarra a encontrarse a sí mismo. En Cartaya se dice que no le interesaba trabajar como patrón de pesca, profesión que exigía una dedicación que no le dejaba tiempo para la guitarra. Por eso durante la mayor parte de su vida profesional embarcó como patrón de Costa. De este modo pudo alternar su profesión marinera y su dedicación a la guitarra.
Su vocación artística y musical es también prematura. Cuenta que con apenas seis años, cuando todavía no eran frecuentes las radios, se sentaba en una esquina de la escalera de entrada de una tienda de la calle San Sebastián para escuchar guitarra.
Un día que se encontraba en Huelva escuchó a un guitarrista en la calle y comentó a su tía que le acompañaba que la guitarra estaba desafinada. Sin conocimientos musicales, afinaba guitarras, templando sus cuerdas con una sensibilidad musical inusual para su edad.
Posteriormente, de la mano de Manuel Pareja Obregón, su gran amigo, se introduce en el mundo de flamenco y perfecciona sus conocimientos musicales. Manuel Pareja Obregón era por aquellos entonces un artista de renombre: cantaor, pianista y compositor.
A partir de ahí grabó discos con conocidos grupos flamencos como los Hermanos Reyes, lo Rocieros de Huelva, los Marismeños, los Duendes y famosos cantaores como, Campuzano y el sevillano. Acompañó con la guitarra a Marisol en la grabación de su primer y uno de sus más conocidos discos: ‘Y se amaron dos caballos, mire usted qué maravilla’. Su última grabación fue para los Hermanos Toronjo.
En el año 1969 se traslada a Madrid de la mano de Manolo Pareja, donde durante año y medio trabajó en la ‘Coral de la Morería’ con Félix de Utrera y Lucero Tena. Allí trabó amistad entre otros con Paco de Lucía y tocó para Isabel Pantoja.
Pero por motivos familiares y estrictamente personales pronto vuelve a su Cartaya natal y a la mar. José Pérez, junto con el Pollo (tamborilero), son los dos artistas de flamenco más importantes de estos últimos años en Cartaya. Ambos colaboraron, cada uno en su especialidad, en la composición de la famosa ‘Salve Rociera’, junto con Manolo Pareja, autor de la música y de la letra.
Su vocación musical y su profesión marinera discurrieron de forma paralela, pero en ocasiones se encontraban. José Pérez, que conserva perfectamente su memoria a pesar de su edad, recuerda miles de anécdotas, entre las que destaca que aprovechó su estancia en Cádiz mientras estudiaba en la Escuela Media de Pesca para perfeccionar sus conocimientos de guitarra. Allí conoció al que sería su gran amigo, Félix de Utrera.
Perico de Cádiz no se creía que un patrón de pesca tocara la guitarra con arte. Cuando le oyó, exclamo: “No sé si habrás cogido en tu vida un boquerón, pero la verdad es que tocas la guitarra mejor que tu puñetera madre”. Otra anécdota donde se dan la mano guitarra y mar fue en Senegal. Félix de Utrera se encontraba en Dakar con Lucero Tena para realizar una actuación flamenca en la Embajada. Allí se enteró de que José Pérez estaba pescando en la embarcación ‘Madper’, del armador cartayero Francisco Jaldón y le llamó por la radio para pedirle que asistiera a la actuación flamenca. No pudo por exigencias del trabajo.
Pero si algo caracteriza a José Pérez es su modestia y prueba de ello es que no ambicionó dinero o fama, aunque tuvo sobradas ocasiones. Pero prefería trabajar de costa, lo que le permitía vivir dignamente y a la vez dedicar tiempo a la guitarra.
También fue corta su actuación en los escenarios; disfrutaba más en las reuniones y saraos de amigos y nunca se acostumbró a tocar en público y con grandes audiencias.
Grabó discos y compuso música y letras que nunca registró a su nombre. No hizo de su arte una profesión ni un trampolín para saltar a la fama. En definitiva, creó arte para compartirlo con los suyos.
Pero junto a su modestia hay que destacar sobre todo su gran calidad humana, que desbordaba su talento artístico. En estas reuniones de amigos y en los saraos siempre era y sigue siendo el centro, no sólo por su arte sino también, y sobre todo, por su simpatía y gracia andaluza.
En el vídeo que adjuntamos a este reportaje, el propio José Pérez Ramblado cuenta en primera persona para huelvacosta.com su vida y sus mejores anécdotas.
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