Un joven investigador de El Rompido crea un sistema para cargar el móvil con una maceta

Tres jóvenes andaluces,  Rafael Rebollo, Pablo Vidarte y Javier Rodríguez -este último natural de El Rompido aunque afincado en Barcelona, donde va a empezar este año tercero de Nanociencia y Nanotecnología en la Universidad Autónoma de Barcelona, han desarrollado un sistema que permite obtener de una planta la energía suficiente para cargar un teléfono móvil o cualquier otro dispositivo electrónico.

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Se trata de una especie de «batería biológica» que aprovecha los residuos de la fotosíntesis para generar electricidad, según ha señalado el propio Rodríguez a huelvacosta.com en El Rompido, donde pasa estos días sus vacaciones de verano.

Dicho sistema, al que han bautizado como ‘Bioo’, y que puede ser considerado actualmente como «la energía más verde del Planeta», ha sido creado en el marco de la empresa que los tres jóvenes han constituido, y en la que trabajan actualmente para logar obtener a partir de las plantas la energía suficiente para abastecer una vivienda tipo Norteamericana, o incluso el alumbrado de un parque público.

Según ha detallado el joven investigador de El Rompido, ‘Bioo’ es una «batería biológica que contiene microorganismos capaces de romper las moléculas de metabolitos que la planta no utiliza, para transformarlos en energía». «Sirve para obtener electricidad a partir de la fotosíntesis», recalca.

La idea vio la luz el pasado mes de abril gracias a una campaña de ‘crowdfunding’ en la plataforma Indiegogo, que superó «todas nuestras expectativas porque pensábamos obtener 15.000 euros y al final logramos unos 100.000». De esta forma, por solo 99 euros, los mecenas que apoyaron la iniciativa consiguieron una maceta capaz de cargar el móvil dos o tres veces al día con la planta ya desarrollada.

Tras el lanzamiento de la maceta-cargador, ‘Bioo’ está centrada actualmente en una campaña de búsqueda de inversores para financiar el siguiente paso de su proyecto: la fabricación de paneles de un metro cuadrado para el jardín capaces de generar cada uno de ellos una potencia de entre 3 y 40 vatios, según el tipo de planta y los cuidados que reciba.

Según explica Rodríguez, alimentar energéticamente una vivienda completa requeriría un terreno de cien metros cuadrados de estos paneles, aunque dicha área podría reducirse a quince metros cuadrados si en lugar de plantas bajas o césped se utilizan arbustos o árboles más grandes.

El proyecto ya está desarrollado y, de hecho, asegura el joven investigador, después del verano «vamos a iniciar los trabajos para validarlo en distintos lugares, entre ellos varios parques públicos de la localidad barcelonesa de Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallés», con cuyo Ayuntamiento han llegado a un acuerdo para ello. Igualmente señala que han presentado en los últimos meses su iniciativa en distintas ciudades europeas «con un gran éxito y presentación”. En este sentido, «incluso tenemos ya inversores australianos dispuestos a apostar por nuestra tecnología», añade.

Por otra parte Rodríguez explica que aunque la eficacia de los paneles no supera a la de sus homólogos solares, «producen electricidad día y noche a una potencia constante, mientras que la energía solar y eólica es más irregular y requiere una instalación mucho más cara».

La tecnología no es aún apta para urbanitas, pero el joven investigador de El Rompido piensa que aquellos usuarios que dispongan de una zona verde «pueden amortizarla con estos paneles». Y es que, «mientras una instalación básica de paneles solares cuesta entre 10.000 y 20.000 euros y se amortiza en diez o veinte años, el precio de cada placa ‘Bioo’ de un metro cuadrado será de 300 euros aproximadamente, por lo que los diez necesarios para un hogar medio saldrían por 3.000 euros y se amortizarían en 4,4 años». Además, añade, «si en lugar de plantas bajas se utilizan árboles o arbustos la cantidad necesaria de paneles se reduciría a una superficie de tres por cinco metros”.

Los paneles ‘Bioo’ se colocan bajo tierra, por lo que es necesario plantar desde cero para instalarlos. Por otra parte, y aunque están inicialmente ideados para las zonas ajardinadas de las casas particulares, también podrían aprovecharse en agricultura y para rentabilizar los tejados verdes de los edificios.