Experto de Aljaraque rescata el ‘Barroco Misional’ que los jesuitas llevaron a Bolivia en el XVIII

En la zona de Chiquitania, en el oriente de la actual Bolivia, aconteció una de las odiseas más impresionantes y menos conocidas de la historia colonial americana: las Misiones Jesuíticas de Chiquitos (1691-1767). Y es que en ellas, junto con la artesanía religiosa, el trabajo agrícola, la educación comunitaria y la arquitectura, se desarrolló una exuberante actividad musical que originó el crecimiento de un voluminoso y atractivo repertorio con rasgos peculiares de la vida misional, dando lugar al nacimiento de un estilo musical propio: el ‘Barroco Misional’, que tuvo su máximo esplendor a principios del siglo XVIII.

Las músicas del Viejo Continente experimentaron en estas Misiones una gradual y significativa transformación, debido sobre todo a la activa e interesada intervención de los indígenas autóctonos.

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Desde el principio la nueva forma de hacer música fue atrayente y seductora para éstos, que con sorprendente rapidez aprendieron a tocar y a fabricar numerosos instrumentos europeos. Muchos de ellos se hicieron incluso compositores, produciendo todo ello tanto una transculturación como una apropiación cultural de ese patrimonio musical por parte de los indígenas.

Estas Misiones en Bolivia, así como el patrimonio musical nacido y desarrollado en su seno, fueron declaradas en el año 1990 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO-, dado su interés y aportación a la cultura mundial.

Si hay alguien que conoce bien este tema, ese es el onubense Manuel Jesús Feria Ponce, natural de Aljaraque, que ha sido seleccionado para ofrecer mañana jueves una comunicación en el VIII Congreso de Didáctica de la Música y Musicología que se está celebrando en Cuenca en el seno de la prestigiosa Universidad Internacional Menéndez Pelayo, donde dará a conocer todos los detalles sobre su profusa investigación sobre el mismo, los cuales ha publicado recientemente en una importante revista especializada en musicología.

Manuel Feria Ponce, que ejerce como secretario en el Ayuntamiento de Punta Umbría desde hace años, es técnico de Administración General. Pero su pasión por la historia le lleva a poseer un máster en Patrimonio Histórico por la Universidad de Huelva; así como su amor por la música barroca a ser miembro destacado del centro «Circolo Amerindiano» de Perugia (Italia) y de la Sociedad Ibérica de Etnomusicología -SIBE-.

Su investigación sobre el ‘Barroco Misional’ le ha valido para obtener el segundo premio «Sapere Laude» de la facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva en 2014. La obtención de este premio ha posibilitado que en mayo de 2015 ofreciera una conferencia sobre dicha temática en un congreso internacional de Americanística que se desarrolló en Perugia (Italia), organizado por «Circolo Amerindiano Onlus».

En declaraciones a HuelvaCosta.com, Feria Ponce detalla que su comunicación de mañana se va a centrar especialmente en el «rescate de este rico y valioso patrimonio musical que se está produciendo desde el año 1972», así como en la «apropiación cultural de los indígenas de Chiquitanía sobre una música que los misioneros Jesuitas llevaron allí en los albores del XVIII».

Sobre la importancia de este patrimonio, el musicólogo de Aljaraque precisa que se trata de una especie de «isla barroca en Bolivia» donde los indígenas «aún siguen tañendo los instrumentos igual que se hacía hace 250 años en Europa, aunque siguiendo su propia evolución».

En su comunicación también profundizará en la figura del arquitecto jesuita suizo Hans Roth, mundialmente reconocido por su trabajo de restauración de las Misiones Jesuíticas de Chiquitania y por la recuperación cultural de la zona, entre ellas la musical. Roth inició su trabajo en 1972 en el municipio de San Rafael, para continuar posteriormente en Concepción y San Javier, ampliando posteriormente su labor a San Miguel, Santa Ana, San Rafael y San José.

Durante sus 30 años de trabajo en Chiquitania, el arquitecto suizo «rescató multitud de instrumentos» llevados a este rincón del Continente americano por los jesuitas, así como «más de 5.500 partituras, algunas de ellas de compositores como Vivaldi o Corelli, a las que se suman las de los compositores indígenas autóctonos que aprendieron a crear y componer música».

Finalmente para Feria Ponce supone «toda una satisfacción» poder «dar a conocer este importante legado musical que se hizo para los humildes y para crear un paraíso de Dios en la Tierra». Al mismo tiempo su estudio, iniciado en 2014, así como darlo a conocer mañana jueves en Cuenca, supone un «homenaje personal» al músico ítalo-español del Barroco Doménico Zipoli (1688-1726), considerado como el compositor europeo más famoso que viajó a América durante el período colonial, y también el músico más dotado que haya contribuido a las misiones jesuíticas en dicho continente.

Y es que para el experto onubense, Zipoli «renunció a la gloria terrenal en Europa, para dedicarse a componer y hacer música destinada a los más humildes y desfavorecidos».