El Museo Etnográfico de El Cerro de Andévalo acoge desde mañana hasta el 31 de agosto la exposición fotográfica ‘Huellas’, de Federico Caballero Martín, en la que el autor muestra, a través de 25 imágenes, la maquinaria abandonada, los restos de construcciones, el silencio, la calma, en definitiva, el decadente paisaje actual de lo que fue una época de intensa actividad minera de la franja pirítica del Andévalo, iniciada a mediados del siglo XIX hasta cesar definitivamente en 2001.
Esta exposición se enmarca dentro del programa diseñado por el Área de Cultura de la Diputación de Huelva denominado ‘Exposiciones itinerantes’, para el cual se siguen dos criterios diferentes: las exposiciones producidas por el Área de Cultura y aquéllas concertadas con artistas, colectivos o instituciones. El objeto no es otro que poner a disposición de los ayuntamientos interesados una oferta variada que complemente sus propias programaciones expositivas a la vez que se difunden distintos aspectos de la riqueza cultural y artística del territorio provincial.
Huellas
Conocidas y explotadas desde la Antigüedad, la minería de la franja pirítica del Andévalo onubense se reactiva a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La creciente demanda mundial de cobre y ácido sulfúrico para las industrias químicas y eléctricas revalorizan los recursos mineros onubense. La explotación de las minas correrá por cuenta principal de dos grandes compañías internacionales: la Tharsis Sulphur and Cooper Coo. Ltd. y, sobre todo, la Rio Tinto Co., que en 1873 compra al Estado las minas de Riotinto. A partir de ese momento, la comarca se organiza en función de la explotación de las piritas y de su exportación a través del puerto de Huelva.
En conjunto, los distritos mineros onubenses mantuvieron hasta los años treinta del siglo XX un lugar destacado en la producción mundial de piritas sulfurosas y cobre. Tras la nacionalización de las minas en 1954, durante la autarquía franquista mantuvo ciertos niveles de producción hasta la práctica desaparición de la actividad minera a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, que continuó hasta cesar definitivamente en 2001.
En palabras del autor, Federico Caballero, “la corta ahora es silencio, sólo quedan las huellas, la calma lo inunda todo, apenas acompasada con el volar de los pájaros. La calma y el silencio es una constante en todos estos lugares, lugares que en otro tiempo estuvieron llenos de ruidos, de carreras, de voces, de vida, de valor. Esa ausencia de ruido me sobrecoge y me imprime un profundo respeto por las personas que pasaron por ellos, dando su trabajo, e incluso su vida”.
La muestra tiene para el autor un fuerte carácter sentimental, como bien explica: “mi padre era minero y me crié en una mina pequeña a la que he tratado de volver desde hace más de 30 años. Mis fotografías son un viaje a mi infancia, un viaje de reencuentro con el pasado, y sobre todo, un viaje junto a mi padre, que desde su ausencia me ha acompañado siempre por los lugares que de alguna manera él habitó, un pequeño universo encerrado en una pequeña comarca, El Andévalo, y por los lugares centenarios ahora abandonados, maquinaria en desuso que se movió al vaivén de innumerables vidas”.
Características técnicas
La muestra cuenta con un total de 25 fotografías, enmarcadas y con cristal protector, de 43 x 43 cms. El trabajo ha sido realizado en proceso analógico, excepto la impresión en papel de las imágenes, que han seguido un proceso digital. Las imágenes han sido tomadas con cámaras T.L.R en formato 6×6 y con péliculas de 120mm. Las películas utilizadas han sido varios tipos de ILFOR, F.P 4 H.P 5 y películas DELTA. El revelado se ha realizado en tanque manual con reveladores ILFOR Infosol 3 o TETENAL Ultrafin.