es, el artículo quedaría de la siguiente manera:
Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén y la Fundación Andaltec ha desarrollado un plástico transparente a partir de las podas de olivo, con características similares a las de cualquier plástico convencional. Este bioplástico es apto para el envasado de alimentos y ha sido obtenido a través de un proceso mejorado, que simplifica etapas y optimiza los tiempos, lo que lo hace más económico y sostenible.
Los investigadores han confirmado la estabilidad térmica del producto, lo que lo convierte en un buen candidato para la fabricación de biofilms transparentes y su procesamiento con tecnologías convencionales en otros productos plásticos. Este logro ha sido publicado en el artículo titulado ‘Production and characterization of cellulose acetate using olive tree pruning biomass as feedstock’, en la revista Biofuels, Bioproducts and Biorefining, donde se demuestra la obtención del polímero a partir de los residuos de la poda, con posibles aplicaciones en múltiples usos.
El olivo es el principal motor económico de la provincia de Jaén, representando un 85% de la tierra cultivada. Hasta ahora, los subproductos obtenidos de la poda se han utilizado como compostaje, para generar biomasa energética o como cobertura del suelo para retener la humedad y controlar las malas hierbas.
Su uso como material para la fabricación de plásticos sería más rentable tanto para los agricultores como para los fabricantes. Además, es un material disponible de manera constante, ya que la poda se realiza anualmente y produce toneladas que podrían satisfacer la demanda de producción. Según la investigadora de la Universidad de Jaén María Dolores La Rubia, autora del artículo, “el olivar andaluz podría convertirse en el principal proveedor de materia prima para la fabricación de bioplásticos en España”.
La clave del proceso se encuentra en la celulosa, componente que aporta consistencia a las paredes celulares de las plantas y es ampliamente utilizado en la fabricación de papel y cartón, entre otros usos. Los expertos trituraron el material de poda y optimizaron el proceso de depuración con una solución ácida para extraer los componentes celulósicos, obteniendo una pulpa amarillenta.
Para eliminar todos los compuestos no celulósicos, se utilizó un proceso conocido como hidrólisis alcalina, en el que se rompen los enlaces moleculares. Luego, la pulpa de celulosa reacciona en un medio ácido con un compuesto llamado anhídrido acético, provocando una reacción denominada acetilación. De esta manera, los expertos obtuvieron el acetato de celulosa, una base blanca con una concentración del 95% de celulosa, tras su tratamiento con agua oxigenada.
El producto final puede procesarse con tecnologías convencionales de transformación de polímeros, como inyección y extrusión, para obtener distintos tipos de plásticos. Por ejemplo, mediante inyección se introduce el acetato en un molde a alta presión para obtener la forma deseada, y en la extrusión se hace pasar a través de un troquel con forma específica para producir un producto continuo, como láminas o tubos. También puede utilizarse en la producción de fibras textiles, moldeado en películas para recubrimientos o embalajes, y en otras aplicaciones industriales.
Los investigadores continúan trabajando en la incorporación de aditivos plastificantes que permitan obtener nuevas opciones para otros usos que requieran cualidades específicas, como flexibilidad, color o resistencia. Este avance supone una alianza entre el campo y la industria, ya que el olivar andaluz podría convertirse en el principal proveedor de materia prima para la fabricación de bioplásticos en España, generando un beneficio económico y sostenible para ambas partes.