A menos de un mes de que comience el Carnaval de Isla Cristina, recordemos que este año se celebran del 11 de febrero al 5 de marzo, la localidad costera ya respira carnaval por los cuatro costados.
Durante estos días la rutina es la de siempre, los niños a clase y los mayores a sus trabajos pero cuando termina la jornada laboral, aquellos que pertenecen a una agrupación carnavalera asiste, de forma ritual, a los ensayos que se vienen celebrando desde meses antes, los cuales, a menos de un mes del concurso, se intensifican. Y los de “calle”, también. Millones de puntadas a telas de lentejuelas y vivos colores que lucirán en el desfile o durante los días de la segunda semana de las carnestolendas.
Es fácil adivinar los lugares donde se reúnen, solo hay que afinar el oído y pasear. En todos los barrios isleños se oyen cantinelas y acordes de guitarra por cada esquina o rincón, letras que alaban las bellezas del pueblo, cuentan los asuntos acaecidos durante el año, de forma jocosa o seria, independientemente de que vayas en una murga, comparsa, coro o cuarteto.
El ambiente que se respira cuando traspasas el umbral del local, normalmente garajes, cuartos de redes o almacenes prestados, amén de las peñas o asociaciones que poseen de cómodas sedes acondicionadas, es de camaradería, se contagia el “buen rollo” que hay entre todos, el director, agrupación, caja, bombo y acompañantes varios.
No es difícil asistir, solo hay que pedírselo a uno de los integrantes y él te dirá día y hora. La tradición solo se hace mas complicada a medida que se acerca el día del estreno, el del comienzo del Concurso de Comparsas, Murgas, Coros y Cuartetos, porque el nerviosismo es más patente y la concentración debe ser máxima para encajonar a la perfección un repertorio de letras y músicas que deben de llegar al corazón del isleño y jurado, que no siempre coinciden.
Meses de sacrificados ensayos, tras una ardua jornada laboral, se olvidan cuando finalmente pisan las tablas del “templo del carnaval”, ahora el Teatro Municipal “Horacio Noguera”, como antes lo fue el Teatro Gran Vía, un año el Teatro Victoria y mucho antes el Teatro Circo Victoria, junto al muelle de la ciudad.
Se alza el telón y comienza el disfrute, la suerte está echada. Las rectificaciones son limitadas, más allá del cambio de una palabra o acorde. Dicen los que saben de esto que se nota cuando un repertorio gusta por la reacción del público, por lo que te dicen en la calle o por tus años de experiencia sobre las tablas, pero lo que nunca se intuye es el puesto en el que vas a quedar. Nadie, ni los más experimentados se arriesgan a predecirlo, muchos chascos de primeros puestos “cantados” sirven para mantenerse cauto hasta el último recuento.
Mientras, los componentes de los grupos de disfraces seguirán con sus puntadas, oyendo en directo el transcurrir del concurso, al fin y al cabo ellos entran en escena una semana después, cuando el carnaval explota en el teatro y sale rebotado a cada esquina, calle y barrio.
Independientemente del puesto, “que les quiten lo bailao”. Un carnaval más que echarse a la espalda, que para muchos saliendo desde décadas, para otros el primero, y para Isla Cristina uno mas que continúe engrandeciendo la fiesta más importante de la localidad, galardonada y admirada por muchos, máxime cuando este año se cumple el cincuentenario del primer concurso del carnaval más longevo de la provincia.