Quedarse en paro hace ahora un año y medio llevó al oficial de primera de Lepe Antonio Martín Prieto (50 años), a buscar alternativas y actividades que llenasen la gran cantidad de tiempo libre del que desgraciadamente disponía. Recurriendo a la imaginación, y a aquellos materiales que tenía más a mano cómo en su caso los procedentes de su actividad profesional, la construcción, se centró en la elaboración de árboles en miniatura, tamaño bonsái, hechos básicamente de hilo de cobre, tierra, trozos de ladrillos y azulejos o cemento, entre otros.
En solo un año y medio, los resultados de su personalidad inquieta y a la vez creadora, y de su habilidad manual, son más que evidentes. Y es que casi medio centenar de estas auténticas obras de arte han sido desde entonces realizadas una a una por las manos de Antonio Martín, quien señala orgulloso que “desde que empecé he ido mejorando la técnica y por tanto los resultados, y de empezar regalándolos a mis amigos, ahora ya me los compra mucha gente que sabe que tienen un valor y que se trata de obras únicas”.
Asegura que para realizar una de estas obras puede llevarse hasta más de un mes y medio ya que “depende de lo que quieres complicarte y del nivel de complejidad de cada pieza”, así como afirma que para realizarlas lo fundamental es “tener mucha imaginación, una enorme paciencia, y dedicarle mucho tiempo, cariño y trabajo”, ya que por lo demás, las herramientas básicas para su confección son unos pequeños alicates y unas tenazas “de las que casi todos tenemos en casa”.
Por otra parte, detalla que todos sus árboles están realizados a partir de una estructura metálica de alambre destinada a dar consistencia a la pieza. Dicha estructura es la que posteriormente Antonio Martín va pacientemente rodeando de hilo de cobre: más grueso para el tronco y cada vez más fino a medida que avanza hacia las ramas y hojas. Todas sus creaciones descansan sobre una plataforma creativamente confeccionada también por él mismo, así como son rematadas con una capa de pintura con la que intenta reproducir “el color exacto de cada especie: desde pinos mediterráneos hasta árboles típicos japoneses y tropicales”.
Algunas de sus últimas creaciones pueden verse estos días en un conocido bar-cafetería de Lepe, el Santiamén, cuyos propietarios se distinguen por buscar continuamente todo tipo de actividades destinadas a fomentar la cultura entre sus clientes con exposiciones o, por ejemplo, con el novedoso concurso de microrrelatos ‘100 instantes en un Santiamén’, convocado en colaboración con la editorial ‘El libro feroz’ cuyo plazo para presentar las obras estará abierto hasta el próximo 30 de noviembre.
Afortunadamente, Antonio Martín no se encuentra en la actualidad en situación de desempleo, por lo que solo puede dedicar unas pocas horas al día a lo que verdaderamente le apasiona, sus creaciones en cobre, a las que confiesa le gustaría poder dedicarse en exclusiva en el futuro ya que “en primer lugar sería señal de que se reconoce tu arte, y en segundo lugar porque es lo que realmente me apasiona”.